bueno, usare esta parte del foro para publicarlo chicos, espero que no les importe, pero lo necesito para que las chicas de la pag. de malos fics y sus autores me den una critica realista, claro ustedes tambien pueden.
Cap.1: “la princesa”
¿Cómo había llegado a tal punto? Se sentía una masa, Se perdía en el ruido de los autos pasar al lado de la habitación del hotel en la cual estaba echada, aburrida de la vida, de si misma, asqueada; se levanto sin pudor alguno desnuda, frente al hombre que se ponía apresuradamente el pantalón en la misma habitación, camino hasta el baño en silencio, escucho la puerta de la habitación cerrarse de golpe y un susurro simple de agradecimiento por sus servicios, sonrió, nadie le agradecía además de Jerry, el hombre que acababa de salir, un empresario estadounidense que hacia tramites en españa; y Chiu shiba, una mujer anciana que la contrataba solo para jugar ajedrez con ella, pues se aburría de estar sola en aquella casa llena de gente, algo que ella comprendía, estar sola con un mar de gente a tu alrededor.
Se mojo el rostro y quedo frente al espejo unos instantes, quería romperlo por la imagen que reflejaba ¿quien era ella? ¿Quién era esa imagen tan horrible y asquerosa que aparecía en el espejo? Que se burlaba de ella, de cómo había sido transformada en aquella masa que calla mientras otros la utilizan, aquella masa sin vida, sin alma.
Volvió al cuarto asustada, no le gustaba pensar en ello, eran las 10 de la mañana y no, no era tiempo de parar, por que nunca faltaba alguien que quisiera sexo a esa hora, a cualquier hora, era tiempo de trabajar, como siempre. Recogió su ropa y se la puso encima, aquella ropa horrible de prostituta, tomo el dinero que Jerry había dejado sobre la mesa, no lo conto, por que sabia que el siempre le pagaba de mas, y así, sin mas, camino por la calle con la cabeza en alto y la cartera colgando de su brazo.
La gente, como siempre, la miraba asqueada y bien que podía para en medio de la calle y apuntar con el dedo a cada hombre que había en ella y decir cual era su nombre y cuantas veces abría requerido sus “servicios” pero no lo haría, por que ellos eran los que me daban dinero, y el perro nunca muerde la mano que lo alimenta, en este caso, la perra.
—¿Qué tal te fue con Jerry, Louise? — le dijo Ángela
Ese era su nombre, no se llamaban por el apellido, por que una prostituta no merece respeto alguno por su profesión, además del echo de que su apellido quedado olvidado en algún espacio en el tiempo en el cual dejo olvidado también su inocencia, había muerto con la profesión, con los sueño, ahora solo eran prostitutas, sin apellido alguno… un solo nombre, en un cuerpo.
—como siempre —atino a decir
Se pararon en la esquina de siempre, esperando, que alguien más usara sus cuerpos por placer propio, pero los autos pasaban, y pasaban, así como las horas. Un auto negro con lunas polarizadas paro frente a ellas y bajo la luna completamente, era un joven blanco de cabello negro y gafas
—Ángela…-salió de sus labios
—¿Cómo estas Alfred? —dijo esta con la sonrisa alegre de siempre
Louise no movió fracción alguna de su rostro y siguió perdida en el pasar de los autos por la pista ¿Cómo podía Ángela sonreír siempre? Esa era la única pregunta que rondaba por su mente cada vez que la veía conversar con uno de sus clientes, nunca ponía un rostro serio, nunca la vio llorar… solo una vez, pero no quería recordarla, por que ese fue el momento en el que ella supo que si su amiga se había quebrado en lagrimas por el trabajo que tenían, entonces nadie podría resistirlo.
—Me tengo que ir Louise —fue lo único que escucho salir de los labios de su compañera al salir de su trance
—si
Vio como su amiga subía al lujoso carro negro que se alejaba por las calles; tenia tanta suerte, todos los días venia este joven, y pagaba por los servicios de toda la tarde y la noche, y según le contaba Ángela, nunca tenia relaciones, simplemente la llevaba al cine, o a comer en algún restaurant lujoso; pero ella misma no se podía quejar, tenia a shiba, ella pagaba por sus servicios solo en la noche, por que en las mañanas y tardes firmaba miles de papeles por la empresa de su familia, si no se equivocaba era algo que ver con hospitales.
Las horas pasaron y así la cantidad de clientes aumento con ello, la cantidad de veces que iba a la misma habitación también, y la cantidad de dinero que llenaba su cartera. Todo aumentaba con el pasar del tiempo, así como sus ganas de suicidarse, sus ganas de liberarse y desaparecer, pero no podía, porque no era solo ella la involucrada, era toda una cantidad de nombres, su familia, sus amigas, las cuales con ella tenia que trabajar de esa forma para pagar una deuda que nunca tuvieron, con un cabrón que seria su dueño eternamente, por que una prostituta por mas vieja que sea, siempre trabaja.
Estaba solo ahora, su mirada fija en un punto en medio de la calle, en esa calle donde los coches pasaban, con sus luces prendidas; un auto paso pegado a la vereda y pudo ver desde las ventanas, una familia, parecía feliz, pero el paso fue rápido. Cada segundo se acordaba de su hermano menor, el hermano por el cual, ella hacia eso, por el, sino, ya estaría muerta, sin importarle nada ¿de que servía vivir así? Ella no amaba su vida, es más, la asqueaba.
—¿Louise me estas escuchando? —recién en ese instante se dio cuenta de la presencia del auto extravagante frente a ella
—Shiba— dijo al fin sonriendo
Hay estaba, esa mujer terca y pequeña con extraños tatuajes cubiertos por sus delicados y caros vestidos aparecía frente a ella manejando.
—Louise sube ya que me aburro de esperarte —dijo la señora pasando al lado del copiloto
Subió al lado libre de la parte delantera del auto, quito el freno de mano y fue por el mismo camino por el cual los otros autos avanzaban
—Que raro— dijo shiba con recelo
— ¿Qué sucede? — la voz y el rostro de louise recuperaron la seriedad de siempre
—el día de hoy sonreíste louise, y aunque sea yo, nunca lo haces ¿al fin dejaras este trabajo?— dijo algo entusiasmada ella también
—no me eh dando cuenta shiba —dijo apretando el volante— supongo que estaba pesando demasiado hoy día, me sacaste de ese lugar en el momento exacto
—¿pensabas lanzarte a la pista denuevo? —la anciana se movió incómodamente en el asiento del pasajero— sabes que me molesta mucho ir a los hospitales
Louise sonrió al acordarse del día que había conocido a shiba, la anciana habría estado manejando uno de sus extraños y antiguos carros, y Louise salto a la pista sin pensarlo simplemente por que quería morir, una decisión tonta y egoísta según recapacito después, dado a que gracias a ella su hermano menor vivía.
—claro que no —dijo acomodándose mejor y mirando de reojo a shiba
—¿A dónde te diriges? —preguntó la anciana
—A tu casa shiba ¿a donde mas iría?
—No —dijo molesta— me prometiste conocer a tu hermano ¿recuerdas? Por eso Salí lo mas pronto que pude de las aburridas reuniones que tenia el día de hoy
Louise bajo poco a poco la velocidad del auto hasta parar en una esquina en la que no había nadie, apago el auto y puso la frente en el volante de este, las lagrimas comenzaron a salir sin remedio alguno de sus ojos, desbordándose suicidas por sus mejillas y muriendo, finalmente en sus piernas desnudas por la corta falda que llevaba, sentía su rostro arder como los fuegos del infierno, sintió su mundo derrumbarse mas de lo que ya estaba, y el corazón se le encogió en el pecho.
— ¿Qué pasa querida? ¿Qué sucedió?
No pudo resistirse a la voz preocupada de shiba a su lado, y se abalanzo sobre la anciana casi de su estatura abrazándola a más no poder, como si al aferrarse a su frágil cuerpo la ayudase a aferrarse a la esperanza misma de la vida, de la libertad que tanto añoraba.
— ¿Qué ha sucedido mi niña? Si no me lo dices ahora mismo no sabré que hacer
— No puedo aguantarlo mas —exclamo entre sollozos— no puedo mas shiba, solo hago esto por el y tu lo sabes. Ya no se que mas hacer, lo hice, trabaje por catorce años shiba, para ese niño, solo por el y ahora ya no puedo mas, ya no se que are si no me lo devuelven, trabaje por el y solo por el, y ahora me dijeron que no es suficiente, que necesito trabajar mas y no se cuanto tiempo mas podre hacerlo, me parte el corazón que por cada año que trabajo me dejan verlo un día, solo un día, ya no se que hacer
Eran las ocho de la noche, no había dormido en treinta y dos horas, ni siquiera las dos horas que acostumbraba, y ni que hablar de las ocho horas diarias recomendadas por los médicos, por que no recordaba la ultima ves que durmió mas de dos simple horas que para ella significaban un festín con respecto al descanso de su cuerpo maltratado por los años de trabajo, los meses, los días, las horas y minutos
Faltaban exactamente cuatro días para que pudiera ver a su hermano denuevo, ahora mismo tendría unos trece años, en cuatro días cumplía catorce, catorce años viviendo en un cuarto oscuro, con una comida al día, y con nada mas que un balde de agua cada dos días para lavarse o tomarlo simplemente, por eso ella se quedaba con una parte del dinero que ganaba, para darle aunque sea las tres comidas que necesitaba, el dueño del hotel le prestaba el cuarto, por que el también la comprendía, ahí el podía dormir mientras ella, por una vez cada año, velaba su sueño.
Louise se quedo dormida en el asiento del carro, abrazando con todas sus fuerzas a shiba mientras esta también lloraba, en silencio, la suerte de la joven de tan solo veintitrés años que dormía en sus brazos, veintitrés años de los cuales, la mayoría de su vida había sido una prostituta, no por decisión propia por que ella conocía su historia, esta era la segunda vez que le contaba, y cada vez que la dejaba al día siguiente después de darle una cena y un desayuno saludables, dejando así su casa, ella aguantaba el nudo en su garganta y tranquilizaba su viejo corazón que salía de su pecho y se acunaba en su mano pero no romperse
La historia de Louise era bastante perturbadora, se la conto por primera vez un día en el que la obligo a hacerlo, tras varios intentos fallidos. Le había contando con lujo de detalle todo, por lo visto en esa ciudad, había un grupo que se encargaba de trata de gente y prostitución; Louise era una joven italiana, su madre trabajaba de prostituta, sin ningún interés por ella, y su recién nacido hermano. Louise, trabajaba de ambulante, vendiendo caramelos y esas cosas, hasta que un día llego a casa, y se encontró con la sorpresa de que había mas hombre de lo normal, la metieron en un barco pesquero y la trasladaron a la ciudad de Frias, donde se encontraba ahora.
De ahí, la habían transformado, shiba quería saber, como había sido antes, pero no lo podría saber, Louise parecía siempre fría y solitaria, pero no la culpaba, después de todo lo que había sufrido ¿Quién podría hacerlo? Los únicos momentos en los que la joven parecía una chica normal, era cuando jugaba ajedrez con ella, había una luz de inteligencia en sus ojos, y su rostro mostraba tranquilidad, quizás por el echo de que en esos momentos, ella pensaba solo en la siguiente jugada, y no en su vida.
Notas del autor: chicos espero criticas reales, no quiero nada de conti, ni nada por el estilo; si van a empesar a escribir la critica, tenga en cuenta que no quiero compacion de nadie, quiero que me tiren tomates si es necesario, gracias los amo, se despiede su reina y diosa. fiore
Cap.1: “la princesa”
¿Cómo había llegado a tal punto? Se sentía una masa, Se perdía en el ruido de los autos pasar al lado de la habitación del hotel en la cual estaba echada, aburrida de la vida, de si misma, asqueada; se levanto sin pudor alguno desnuda, frente al hombre que se ponía apresuradamente el pantalón en la misma habitación, camino hasta el baño en silencio, escucho la puerta de la habitación cerrarse de golpe y un susurro simple de agradecimiento por sus servicios, sonrió, nadie le agradecía además de Jerry, el hombre que acababa de salir, un empresario estadounidense que hacia tramites en españa; y Chiu shiba, una mujer anciana que la contrataba solo para jugar ajedrez con ella, pues se aburría de estar sola en aquella casa llena de gente, algo que ella comprendía, estar sola con un mar de gente a tu alrededor.
Se mojo el rostro y quedo frente al espejo unos instantes, quería romperlo por la imagen que reflejaba ¿quien era ella? ¿Quién era esa imagen tan horrible y asquerosa que aparecía en el espejo? Que se burlaba de ella, de cómo había sido transformada en aquella masa que calla mientras otros la utilizan, aquella masa sin vida, sin alma.
Volvió al cuarto asustada, no le gustaba pensar en ello, eran las 10 de la mañana y no, no era tiempo de parar, por que nunca faltaba alguien que quisiera sexo a esa hora, a cualquier hora, era tiempo de trabajar, como siempre. Recogió su ropa y se la puso encima, aquella ropa horrible de prostituta, tomo el dinero que Jerry había dejado sobre la mesa, no lo conto, por que sabia que el siempre le pagaba de mas, y así, sin mas, camino por la calle con la cabeza en alto y la cartera colgando de su brazo.
La gente, como siempre, la miraba asqueada y bien que podía para en medio de la calle y apuntar con el dedo a cada hombre que había en ella y decir cual era su nombre y cuantas veces abría requerido sus “servicios” pero no lo haría, por que ellos eran los que me daban dinero, y el perro nunca muerde la mano que lo alimenta, en este caso, la perra.
—¿Qué tal te fue con Jerry, Louise? — le dijo Ángela
Ese era su nombre, no se llamaban por el apellido, por que una prostituta no merece respeto alguno por su profesión, además del echo de que su apellido quedado olvidado en algún espacio en el tiempo en el cual dejo olvidado también su inocencia, había muerto con la profesión, con los sueño, ahora solo eran prostitutas, sin apellido alguno… un solo nombre, en un cuerpo.
—como siempre —atino a decir
Se pararon en la esquina de siempre, esperando, que alguien más usara sus cuerpos por placer propio, pero los autos pasaban, y pasaban, así como las horas. Un auto negro con lunas polarizadas paro frente a ellas y bajo la luna completamente, era un joven blanco de cabello negro y gafas
—Ángela…-salió de sus labios
—¿Cómo estas Alfred? —dijo esta con la sonrisa alegre de siempre
Louise no movió fracción alguna de su rostro y siguió perdida en el pasar de los autos por la pista ¿Cómo podía Ángela sonreír siempre? Esa era la única pregunta que rondaba por su mente cada vez que la veía conversar con uno de sus clientes, nunca ponía un rostro serio, nunca la vio llorar… solo una vez, pero no quería recordarla, por que ese fue el momento en el que ella supo que si su amiga se había quebrado en lagrimas por el trabajo que tenían, entonces nadie podría resistirlo.
—Me tengo que ir Louise —fue lo único que escucho salir de los labios de su compañera al salir de su trance
—si
Vio como su amiga subía al lujoso carro negro que se alejaba por las calles; tenia tanta suerte, todos los días venia este joven, y pagaba por los servicios de toda la tarde y la noche, y según le contaba Ángela, nunca tenia relaciones, simplemente la llevaba al cine, o a comer en algún restaurant lujoso; pero ella misma no se podía quejar, tenia a shiba, ella pagaba por sus servicios solo en la noche, por que en las mañanas y tardes firmaba miles de papeles por la empresa de su familia, si no se equivocaba era algo que ver con hospitales.
Las horas pasaron y así la cantidad de clientes aumento con ello, la cantidad de veces que iba a la misma habitación también, y la cantidad de dinero que llenaba su cartera. Todo aumentaba con el pasar del tiempo, así como sus ganas de suicidarse, sus ganas de liberarse y desaparecer, pero no podía, porque no era solo ella la involucrada, era toda una cantidad de nombres, su familia, sus amigas, las cuales con ella tenia que trabajar de esa forma para pagar una deuda que nunca tuvieron, con un cabrón que seria su dueño eternamente, por que una prostituta por mas vieja que sea, siempre trabaja.
Estaba solo ahora, su mirada fija en un punto en medio de la calle, en esa calle donde los coches pasaban, con sus luces prendidas; un auto paso pegado a la vereda y pudo ver desde las ventanas, una familia, parecía feliz, pero el paso fue rápido. Cada segundo se acordaba de su hermano menor, el hermano por el cual, ella hacia eso, por el, sino, ya estaría muerta, sin importarle nada ¿de que servía vivir así? Ella no amaba su vida, es más, la asqueaba.
—¿Louise me estas escuchando? —recién en ese instante se dio cuenta de la presencia del auto extravagante frente a ella
—Shiba— dijo al fin sonriendo
Hay estaba, esa mujer terca y pequeña con extraños tatuajes cubiertos por sus delicados y caros vestidos aparecía frente a ella manejando.
—Louise sube ya que me aburro de esperarte —dijo la señora pasando al lado del copiloto
Subió al lado libre de la parte delantera del auto, quito el freno de mano y fue por el mismo camino por el cual los otros autos avanzaban
—Que raro— dijo shiba con recelo
— ¿Qué sucede? — la voz y el rostro de louise recuperaron la seriedad de siempre
—el día de hoy sonreíste louise, y aunque sea yo, nunca lo haces ¿al fin dejaras este trabajo?— dijo algo entusiasmada ella también
—no me eh dando cuenta shiba —dijo apretando el volante— supongo que estaba pesando demasiado hoy día, me sacaste de ese lugar en el momento exacto
—¿pensabas lanzarte a la pista denuevo? —la anciana se movió incómodamente en el asiento del pasajero— sabes que me molesta mucho ir a los hospitales
Louise sonrió al acordarse del día que había conocido a shiba, la anciana habría estado manejando uno de sus extraños y antiguos carros, y Louise salto a la pista sin pensarlo simplemente por que quería morir, una decisión tonta y egoísta según recapacito después, dado a que gracias a ella su hermano menor vivía.
—claro que no —dijo acomodándose mejor y mirando de reojo a shiba
—¿A dónde te diriges? —preguntó la anciana
—A tu casa shiba ¿a donde mas iría?
—No —dijo molesta— me prometiste conocer a tu hermano ¿recuerdas? Por eso Salí lo mas pronto que pude de las aburridas reuniones que tenia el día de hoy
Louise bajo poco a poco la velocidad del auto hasta parar en una esquina en la que no había nadie, apago el auto y puso la frente en el volante de este, las lagrimas comenzaron a salir sin remedio alguno de sus ojos, desbordándose suicidas por sus mejillas y muriendo, finalmente en sus piernas desnudas por la corta falda que llevaba, sentía su rostro arder como los fuegos del infierno, sintió su mundo derrumbarse mas de lo que ya estaba, y el corazón se le encogió en el pecho.
— ¿Qué pasa querida? ¿Qué sucedió?
No pudo resistirse a la voz preocupada de shiba a su lado, y se abalanzo sobre la anciana casi de su estatura abrazándola a más no poder, como si al aferrarse a su frágil cuerpo la ayudase a aferrarse a la esperanza misma de la vida, de la libertad que tanto añoraba.
— ¿Qué ha sucedido mi niña? Si no me lo dices ahora mismo no sabré que hacer
— No puedo aguantarlo mas —exclamo entre sollozos— no puedo mas shiba, solo hago esto por el y tu lo sabes. Ya no se que mas hacer, lo hice, trabaje por catorce años shiba, para ese niño, solo por el y ahora ya no puedo mas, ya no se que are si no me lo devuelven, trabaje por el y solo por el, y ahora me dijeron que no es suficiente, que necesito trabajar mas y no se cuanto tiempo mas podre hacerlo, me parte el corazón que por cada año que trabajo me dejan verlo un día, solo un día, ya no se que hacer
Eran las ocho de la noche, no había dormido en treinta y dos horas, ni siquiera las dos horas que acostumbraba, y ni que hablar de las ocho horas diarias recomendadas por los médicos, por que no recordaba la ultima ves que durmió mas de dos simple horas que para ella significaban un festín con respecto al descanso de su cuerpo maltratado por los años de trabajo, los meses, los días, las horas y minutos
Faltaban exactamente cuatro días para que pudiera ver a su hermano denuevo, ahora mismo tendría unos trece años, en cuatro días cumplía catorce, catorce años viviendo en un cuarto oscuro, con una comida al día, y con nada mas que un balde de agua cada dos días para lavarse o tomarlo simplemente, por eso ella se quedaba con una parte del dinero que ganaba, para darle aunque sea las tres comidas que necesitaba, el dueño del hotel le prestaba el cuarto, por que el también la comprendía, ahí el podía dormir mientras ella, por una vez cada año, velaba su sueño.
Louise se quedo dormida en el asiento del carro, abrazando con todas sus fuerzas a shiba mientras esta también lloraba, en silencio, la suerte de la joven de tan solo veintitrés años que dormía en sus brazos, veintitrés años de los cuales, la mayoría de su vida había sido una prostituta, no por decisión propia por que ella conocía su historia, esta era la segunda vez que le contaba, y cada vez que la dejaba al día siguiente después de darle una cena y un desayuno saludables, dejando así su casa, ella aguantaba el nudo en su garganta y tranquilizaba su viejo corazón que salía de su pecho y se acunaba en su mano pero no romperse
La historia de Louise era bastante perturbadora, se la conto por primera vez un día en el que la obligo a hacerlo, tras varios intentos fallidos. Le había contando con lujo de detalle todo, por lo visto en esa ciudad, había un grupo que se encargaba de trata de gente y prostitución; Louise era una joven italiana, su madre trabajaba de prostituta, sin ningún interés por ella, y su recién nacido hermano. Louise, trabajaba de ambulante, vendiendo caramelos y esas cosas, hasta que un día llego a casa, y se encontró con la sorpresa de que había mas hombre de lo normal, la metieron en un barco pesquero y la trasladaron a la ciudad de Frias, donde se encontraba ahora.
De ahí, la habían transformado, shiba quería saber, como había sido antes, pero no lo podría saber, Louise parecía siempre fría y solitaria, pero no la culpaba, después de todo lo que había sufrido ¿Quién podría hacerlo? Los únicos momentos en los que la joven parecía una chica normal, era cuando jugaba ajedrez con ella, había una luz de inteligencia en sus ojos, y su rostro mostraba tranquilidad, quizás por el echo de que en esos momentos, ella pensaba solo en la siguiente jugada, y no en su vida.
Notas del autor: chicos espero criticas reales, no quiero nada de conti, ni nada por el estilo; si van a empesar a escribir la critica, tenga en cuenta que no quiero compacion de nadie, quiero que me tiren tomates si es necesario, gracias los amo, se despiede su reina y diosa. fiore